Llegando a la tercera parte de esta primera sub-serie de revisión de discos conocidos pero no escuchados hace mucho (que incluyó Escapade y Big Canoe), nos encontramos con Tim Finn (1989), álbum cúlmine de la década de 1980 en la discografía de Tim que no sólo cierra una trilogía evolutiva y constitutiva de un lenguaje propio y único (regionalmente hablando) en la carrera solista del músico –recordemos que luego de este disco Tim se uniría a Neil para escribir y grabar los demos del primer disco de los Finn Brothers que no mucho más tarde se convertiría en Woodface de Crowded House–, sino que lo enfrenta en colaboración con músicos de la talla de Tony Levin, Tim Pierce y David Rhodes, y sienta las bases del dúo fraternal y de la dinámica creativa entre ellos y Mitchell Froom, responsable de la producción de los tres primeros discos de Crowded House, el segundo de los Finn Brothers y miembro actual de la banda.
Tim Finn es constitutivo de algo que no podría llamarse un «proto estilo» sino de un lenguaje desarrollado, pulido y moldeado a la máxima expresión temporal de una década que continuó con las innovaciones musicales de las precedentes a pasos agigantados. En la mano experta de la composición, los arreglos, las letras y la producción encontramos a un Finn maestro rotundo del estilo que exploró en Escapade como un conjunto de rarezas y lados b antiguos y un tanto desparejos entre sí (pero no en sí mismos), y en Big Canoe como una plataforma para la construcción teatral-musical que, pronto, volvería a enfrentar. Es este disco el apogeo de una evolución y puesta en práctica de todo lo aprendido, beneficiado por la madurez, la sapiencia y la buena compañía.
Si redujeramos nuestras impresiones a las meras comparaciones tan facilistas y reductibles de un proceso de enormes proporciones enérgicas creativas, podemos encontrar fuertísimas similitudes con músicos de la talla de Sting, Peter Gabriel, Bonnie Raitt, Bruce Springsteen y un puñado de ilustres más que, de haber sido ellos/as quienes firmaran las canciones de este álbum, le habrían valido mayor exposición, respeto y una mucho más favorable opinión de la crítica contemporánea (y no tanto), que lo acusó de ser abusivo de los sentimientos generados por las frustraciones pasadas de Finn (artísticas y personales) y lo aplaudió por ser una respuesta a la «producción fallida» que fuera Big Canoe (algo con lo que no estamos de acuerdo) y la contrapropuesta a los celos generados por el éxito de su hermano Neil con Crowded House (falaz, por no decir más).
De puntuar la evolución desde el comienzo hasta Tim Finn, podríamos decir 6-8-10, siendo Escapade un digno aprobado, Big Canoe un destacado y Tim Finn la perfección. Puede resultar excesivo considerarlo como tal, pero de observar sólo esa trilogía ochentosa afirmamos sin dudar que en ella vemos el renacer de la estrella que brilló como parte de Split Enz y encontró en menos de 10 años su fortaleza y singularidad como artista solista, demostrándose a la misma altura (y muchas veces, muy por encima) de los/as grandes del pop internacional que construyeron la década y se valieron la incesante aprobación de crítica y público por igual.
Quizás fruto de haber nacido en la pequeña Aotearoa. Pero, en realidad, y también, gracias a ello.