El compositor
Marie François Maurice Emmanuel fue un compositor y musicólogo francés nacido el 2 de mayo de 1862 en Bar-sur-Aube, una pequeña ciudad en la región de Champaña-Ardenas en el noreste de Francia. Fue allí donde escuchó el mecanismo de la imprenta de su abuelo que, según su nieta, Anne Eichner-Emmanuel (responsable de la publicación de la música de su abuelo), le dio por primera vez la sensación de ritmo.
Criado en Dijon, Maurice Emmanuel se convirtió en corista en la catedral de Beaune después de que su familia se mudara a la ciudad en 1869. Fue influenciado por las bandas de música en las calles y por los cantos de los vendimiadores que dejaron en su memoria melodías muy diferentes de las que aprendió en la academia. Posteriormente se fue a París e ingresó en el Conservatorio donde su profesor de composición fue Léo Delibes. Sin embargo, la fuerte desaprobación de Delibes de sus primeras composiciones modales (Sonata para cello, op. 2, Sonatinas no. 1, op. 4, y no. 2, op. 5) causó una ruptura entre ellos y posteriormente lo llevó a estudiar con Ernest Guiraud y a asistir a las clases de César Franck (sobre quien escribiría un breve libro, César Franck: Etude Critique, en 1930). Fue allí donde, además, conoció a Claude Debussy, que también era alumno de la institución.
Cursó estudios paralelos en la Sorbona, donde obtuvo una licenciatura en Letras en 1886, y en la École du Louvre. Luego trabajó con François-Auguste Gevaert en Bruselas quien le enseñó historia de la música de la Antigüedad. En 1895 defendió su tesis doctoral en Bruselas, Essai sur l’orchestique grecque, un ensayo que trata sobre la danza de la antigua Grecia, materia a la que dedicó muchos estudios e investigaciones llegando incluso a su reconstrucción escénica.
Entre 1898 y 1904 fue profesor de enseñanza secundaria dando historia del arte, abandonandolo en 1904 para convertirse en maestro de capilla en la iglesia de Sainte-Clotilde. En 1907 sucedió a Bourgalt-Ducoudray en la cátedra de Historia de la música del Conservatorio de París, cargo que ocupó hasta 1936. Tuvo como estudiantes a Robert Casadesus, Yvonne Lefébure, Georges Migot, Jacques Chailley, Olivier Messiaen y Henri Dutilleux. Al margen de esta actividad, dio muchas conferencias y escribió ensayos, artículos y libros consagrados a la historia de la música y a la estética musical.
Los intereses de Emmanuel incluían la música griega, sus modos y su rítmica. Esta pasión suya se vio reflejada también en su producción compositiva, basada en una rítmica asimétrica y en escalas, progresiones armónicas y cadencias modales. Entre sus otros intereses plasmados en sus composiciones, están la música folclórica, los diversos modos antiguos y exóticos, la música oriental y el canto gregoriano. Su carrera de erudito pudo oscurecer un poco la carrera de músico.
Sus composiciones, rara vez escuchadas hoy, incluyen óperas basadas en dramaturgias de Esquilo (Prométhée enchaîné y la tragedia lírica Salamine, estrenada en la Ópera de París en 1929), así como sinfonías, cuartetos de cuerda y obras solistas para diversos instrumentos. Sus composiciones más interpretadas actualmente son sus seis sonatinas para piano solo que, como muchas de sus otras piezas, demuestran sus eclécticos intereses académicos. La primera de ellas se basa en la música de Borgoña, la segunda incorpora el canto de los pájaros, la tercera utiliza una melodía popular borgoñona en su final y la cuarta está subtitulada «en divers modes hindous» («en varios modos hindúes»), entre algunas de sus tantas particularidades.
Poseía un espíritu culto, científico y un gusto exquisito. Amante de la arqueología, abierto a los avances de su tiempo, afirmando la primacía del pensamiento sobre la originalidad formal, Maurice Emmanuel permanece como una de las personalidades más decisivas de su siglo.
Murió en París en 1938.
Las obras
Las 6 Sonatinas para piano de Maurice Emmanuel son un conjunto de obras escritas para ese instrumento entre 1893 y 1925, únicas obras de cámara escritas por el compositor para piano solista. Tiene, además, una Sonata para violoncello y piano, op. 2, una Sonata para violín y piano, op. 6, una Sonata (trío) para clarinete, flauta y piano, op. 11, y una Sonata para corneta y piano, op. 29 como obras de envergadura que incluyen al instrumento.
La Sonatina para piano no. 1, op. 4, «Bourguignonne» («Borgoñón»), fue escrita en 1893 y posee 4 movimientos: Allegro con spirito (en La mayor), Branle à la manière de Bourgogne. Scherzando (en Re menor), Andante semplice (en Lab menor) y Ronde à la manière Morvandelle. Giocoso (en La mayor); se basa principalmente en danzas típicas de las regiones de Borgoña (segundo movimiento, «branle a la manera borgoñona») y Morvan (técnicamente también de Borgoña, «ronda a la manera morvanense»). A su vez, los temas del primer movimiento hacen referencia a las campanas de las Catedrales de Notre Dame y Saint-Bénigne.
La Sonatina para piano no. 2, op. 5, «Pastorale» («Pastoral»), fue escrita en 1895 y posee 3 movimientos: La Caille. Moderato ma jocoso (en Sol mayor), Rossignol. Adagio (en Sib mayor) y Le Coucou. Leggiero (en Sol mayor); sus movimientos hacen referencia a tres aves (la codorniz, el ruiseñor y el cuco), mientras que su título señala el homenaje a la Sexta Sinfonía de Ludwig van Beethoven, que se encuentra en una cita casi textual a los cantos de los pájaros de su segundo movimiento (también en el segundo movimiento de la sonatina, Adagio).
La Sonatina para piano no. 3, op. 19, fue escrita en 1920 y está conformada por 3 movimientos: Moderato (en Sib mayor), Andante tranquillo (en Sol mayor) y Vivace (en Sib mayor); considerada una de las dos más tradicionales del conjunto, tanto armónica como melódica y formalmente.
Estas tres primeras sonatinas fueron editadas en conjunto en un álbum publicado en 1923 por la firma Heugel & Cie. de París.
La Sonatina para piano no. 4, op. 20, «En divers modes hindous» («En varios modos hindúes»), dedicada a Ferruccio Busoni, escrita en 1920 y publicada en 1923 por la editorial Durand & Cie., es en tres movimiento que pueden, de acuerdo a la sugerencia del autor, interpretarse sin pausa (particularmente entre el primero y el segundo): Allegro (Sol mayor), Adagio (Re mayor) y Allegro deciso (Sol mayor). Los modos hindúes a los que hace referencia el título no sólo son escalas «exóticas» sobre las cuales basa la construcción motívica de sus movimientos, sino la representación en el piano de diversos toques y gestos melódicos de instrumentos típicos de la India.
La Sonatina para piano no. 5, op. 22, «Alla francese» («A la francesa»), dedicada a Robert Casadesus (alumno del compositor, quien la estrenó en la Francia de entreguerras), escrita en 1925 y publicada por la editorial Henri Lemoine & Cie. en 1927, tiene la estructura de una suite de danzas a la manera de las suites francesas más famosamente representadas en las Suites francesas de Johann Sebastian Bach: Ouverture (Adagio), Courante (Allegretto), Sarabande (Adagio), Gavotte (Allegro giocoso), Pavane (Solenne)—Gaillarde (Più mosso; scherzando), y Gigue (Vivace). Sin embargo, y a diferencia de las típicas suites de danzas francesas, cada movimiento/danza es en una tonalidad diferente.
Finalmente, la Sonatina para piano no. 6, op. 23, fue escrita en 1926 y publicada en 1928 por Henri Lemoine & Cie. Dedicada a Yvonne Lefébure (también alumna del compositor, también responsable de su estreno), cuenta con 3 movimientos: Scherzando, Adagio y Presto con fuoco, siendo la segunda de las 6 que más se acerca a una estructura y procedimiento compositivo tradicionales.
El artista
[De la biografía oficial del pianista en su página personal y de su página de artista en la web de Bechstein. Traducción al español mía]
Patrick Hemmerlé es un pianista francés que vive en Inglaterra aclamado por la originalidad de sus programas de conciertos y la profundidad de sus interpretaciones. Su principal interés es la música de los grandes compositores austro-alemanes, principalmente Bach, Beethoven, Schumann y Schubert. Ha desarrollado un formato de concierto doble que le permite poner en perspectiva, por ejemplo, las Variaciones Goldberg de Bach con las Variaciones Diabelli de Beethoven, las tres últimas Sonatas de Schubert con las de Beethoven, o los 48 Preludios y Fugas de Bach, como también obras de compositores menos conocidos como Jean Roger-Ducasse.
Sus compromisos artísticos lo han llevado a Nueva York, Los Ángeles, Berlín, París, Viena y Praga, así como a muchos festivales y sociedades musicales en Inglaterra.
Ha publicado 4 discos bien recibidos por la prensa internacional. El primero, Variations on Schumann (2016), expuso en duplas temas y variaciones de Robert Schumann, Vítězslav Novák y Johannes Brahms. El segundo, Piano Modern Recital, Vol. 1 (2017), presenta la obra Pan de Vítězslav Novák, una de las más importantes de la literatura pianística checa, rara vez escuchada en Occidente, y que lo ha llevado a obtener una invitación para dar el concierto inaugural de la Sociedad Novak en Praga, donde la obra no se había escuchado en más de 50 años. A su vez, ha iniciado una colaboración con el sello francés Melism, para quien ha grabado un álbum de obras para piano solo de Roger-Ducasse (Roger-Ducasse: Piano Works, 2019). Su publicación más reciente reúne las 6 sonatinas para piano del compositor francés Maurice Emmanuel (Maurice Emmanuel: 6 Sonatines, 2021)
Su vasto conocimiento musicológico y su capacidad para aclarar conceptos musicales complejos hacen que sea solicitado como conferencista regularmente. Ha impartido charlas en la Universidad de Cambridge, así como dictado un ciclo de conciertos-conferencias sobre música francesa, presentando compositores poco conocidos por el gran público, su entorno, su influencia y su música.
Se formó en París, donde estudió en el Conservatorio con Billy Eidi. Continuó sus estudios en lecciones privadas con Nadine Wright, Joaquin Soriano, Ventislav Yankov y Eric Heidsieck. Fue, además, laureado en los concursos internacionales de Valencia, Toledo, Epinal, Grosseto y, más recientemente, del CFRPM, en París, donde su interpretación de la Rudepoêma de Villa-Lobos despertó un gran interés, además de haber recibido premios a la mejor interpretación de obras de Chopin, Albéniz, Beethoven (Premio Concierto), Novak, Frank Martin y Tchesnokov.
La música
Escribir sobre un disco que enfrenta una serie de obras poco frecuentadas (integral de las Sonatines de Maurice Emmanuel hay, hasta donde sé, sólo dos versiones además de esta: la de Laurent Wagschal y la de Peter Jacobs) puede tener el valor mayormente cuantificable en la difusión que en la reseña.
Uno de los trabajos que más ocupan mi cotidianidad es la recuperación de la «música clásica» argentina que a lo largo de toda su historia (desde la composición del Himno nacional argentino hasta hoy) ha sido olvidada, ninguneada, pormenorizada, encajonada, desprestigiada y perdida; es música enorme, rica, de un valor histórico y de una calidad creativa incomparable con cualquier otra de la región. Es un corpus inmenso que recorre a más de 700 compositores y compositoras que escribieron desde esta tierra y que, salvo unos pocos (¿10? ¿15 como mucho?), no encontraron gran cantidad de defensores que los incorporaran en su repertorio y los dieran a conocer al mundo, vistiéndolos de entidad e importancia justamente merecida.
Con esto quiero decir que no soy ajeno al trabajo de conocer y amar lo desconocido, y de defenderlo y darlo a conocer. Y es por eso que al encontrarse uno con una acción similar sobre un compositor europeo no puede más que hacer oído sordo al detalle y a la capacidad del dedo que le devuelve la vida para la posteridad, y concentrarse en la obra en sí, aunque sea brevemente.
Mi punto de partida de esta «no reseña» es una breve sugerencia: escuchen este disco. No les llevará más de 60 minutos, una corta hora donde podrán abrirse a un mundo que, aunque conocido por la obra de sus contemporáneos más ilustres, muestra más aristas mejor pulidas y desarrolladas en el entramado enorme que es la música francesa de los primeros 30 años del siglo XX.
Que no les confunda el nombre de «sonatina» porque el diminutivo, en este caso, sólo aplica a las formas. Estas 6 son micromundos complejos y ricos en exploración variada, desde los nacionalismos folclóricos franceses provincianos y las cotidianidades cosmopolitas (presentes particularmente en la primera pieza en forma de danzas típicas o de recuerdos de las campanas de las catedrales de Notre Dame de París y de Saint-Bénigne, en Dijón), pasando por la naturaleza pastoral (la representación de las aves –algo que será de gran interés en Oliver Messiaen, alumno de Emmanuel, varios años después– y las citas beethovenianas de la segunda), la historia musical del país y la región (a la manera de suite de danzas barrocas en la quinta sonatina) y llegando finalmente a los «misticismos exóticos» que tanto interesaron al romanticismo y primer impresionismo musical de su país, representados en el empleo de modos «a la manera hindú» de la cuarta sonatina.
La interpretación es brillante, y no solamente por ser única o por su valor arqueológico o histórico, sino porque Hermmelé logra capturar y dejar en sutil evidencia cada detalle intrínseco a la versatilidad y variedad de lenguajes e inspiraciones extramusicales en las que se basó el compositor para su creación.
No podría haber mejor forma de conocer este conjunto de obras que la historia musical, quizás por el peso insostenible y la figura inabarcable de sus contemporáneos representados por Claude Debussy y Maurice Ravel principalmente, dejó lentamente de lado. Es sólida, matizada, firme, de lectura segura, comprensión del mensaje extramusical y elevación del discurso intramusical que le dan al sexteto de opus un merecido lugar en el impresionismo francés de pre y entreguerras, y ubica a su compositor como más que digno compañero, maestro y rival de sus coterráneos coetáneos y fiel sucesor de aquellos que, como por ejemplo Camille Saint-Saëns, fundaron las bases de un lenguaje musical franco que no sólo supo mirar hacia adentro sino también que se observó reflejado hacia afuera.