19 - Daniil Trifonov - Silver Age (Extended Edition)

Daniil Trifonov – Silver Age (Extended Edition)

19 - Daniil Trifonov - Silver Age (Extended Edition)
Tapa del disco Silver Age (Extended Edition), de Daniil Trifonov (y participación de la Mariinsky Orchestra bajo la batuta de Valery Gergiev).

Los compositores

[Las siguientes biografías son un resumen muy ajustado e introductorio de cada compositor. En otras entregas de El Disco de la Semana se proveerá una cronología más exhaustiva de cada uno de ellos.]

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Igor Stravinsky, nombre completo Igor Fyodorovich Stravinsky (17 de junio [5 de junio del calendario antiguo] de 1882–6 de abril de 1971), fue un compositor nacido en Oranienbaum [ahora Lomonosov], cerca de San Petersburgo, Rusia, cuyo trabajo tuvo un impacto revolucionario en el pensamiento y la sensibilidad musical antes y después de la Primera Guerra Mundial, y cuyas composiciones siguieron siendo un punto de partida del modernismo musical durante gran parte de su larga trayectoria. Fue honrado con la Medalla de Oro de la Royal Philharmonic Society en 1954 y el Premio Wihuri Sibelius en 1963. Falleció en Nueva York, Estados Unidos.

La carrera compositiva de Stravinsky fue notable por su diversidad estilística. Alcanzó fama internacional por primera vez con tres ballets encargados por el empresario Serge Diaghilev y representados por primera vez en París por sus Ballets Russes: El pájaro de fuego (1910), Petrushka (1911) y La consagración de la primavera (1913). En este último transformó la forma en que los compositores posteriores pensaron sobre la escritura rítmica y la estructura formal, y fue en gran parte responsable de la reputación perdurable de Stravinsky como un revolucionario que empujó los límites del diseño musical. Su “fase rusa”, que continuó con obras como Renard (1916), L’Histoire du soldat (La historia de un soldado, 1918) y Les noces (La boda, 1923), fue seguida por un período neoclásico. Las obras de este período tienden a utilizar formas y procedimientos musicales tradicionales principalmente del siglo XVIII y principios del XIX (concerto grosso, fuga y sinfonía). En la década de 1950, Stravinsky adoptó el serialismo y otros procedimientos similares. Sus composiciones de este período compartieron rasgos con otros de su producción anterior: energía rítmica, la construcción de ideas melódicas extendidas a partir de unas pocas células de dos o tres notas y claridad de forma e instrumentación.

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Sergei Prokofiev, nombre completo Sergey Sergeyevich Prokofiev (23 de abril [11 de abril del calendario antiguo] de 1891–5 de marzo de 1953), fue un compositor ruso (y soviético) del siglo XX, nacido en Sontsovka, Ucrania, Imperio ruso, que compuso en una amplia gama de géneros musicales, incluyendo sinfonías, conciertos, música para cine y teatro, óperas, ballets y piezas programáticas.

Graduado del Conservatorio de San Petersburgo, se hizo un nombre como compositor y pianista logrando notoriedad con una serie de obras virtuosas y ferozmente disonantes para su instrumento, incluidos sus dos primeros conciertos para piano. En 1915, hizo una ruptura decisiva con la categoría estándar de compositor-pianista con su Suite escita, op. 20, compilada a partir de música originalmente compuesta para una representación de los Ballets Russes, encargada por Sergei Diaghilev. Éste le solicitó tres ballets más —Chout (1915-21), Le pas d’acier (1926) y El hijo pródigo (1928-29)– que, en el momento de su producción original, causaron sensación entre críticos y colegas. Sin embargo, el mayor interés de Prokofiev era la ópera y compuso varias obras de ese género, entre ellas El jugador (1929) y El ángel de fuego, op. 37 (1954). El único éxito operístico de Prokofiev durante su vida fue El amor por tres naranjas, op. 33 (1921), compuesto para la Ópera de Chicago y posteriormente interpretado durante la década siguiente en Europa y Rusia.

Después de la Revolución de 1917, dejó Rusia con la bendición oficial del ministro soviético Anatoly Lunacharsky y residió en los Estados Unidos, luego en Alemania, y luego en París, ganándose la vida como compositor, pianista y director. Durante ese tiempo se casó con una cantante española, Carolina (Lina) Codina, con quien tuvo dos hijos. A principios de la década de 1930, la Gran Depresión redujo las oportunidades para que los ballets y óperas de Prokofiev se representaran en los Estados Unidos y Europa occidental. El compositor, que se consideraba a sí mismo como el más importante de su generación, estaba resentido por el tiempo que le tomaba hacer giras como pianista y acudía cada vez más a la Unión Soviética para encargos de nueva música; finalmente en 1936 regresó a su tierra natal con su familia. Allí disfrutó de cierto éxito, sobre todo con Teniente Kijé, op. 60 (1933-34, Pedro y el lobo, op. 67 (1936), Romeo y Julieta, op. 64, y Alexander Nevsky (1938).

La invasión nazi de la Unión Soviética lo impulsó a componer su obra más ambiciosa, una versión operística de La guerra y la paz de León Tolstoi, aunque luego de la guerra, en 1948, fue atacado por producir «formalismo antidemocrático» contando, no obstante, con el apoyo personal y artístico de una nueva generación de intérpretes rusos que incluía a Sviatoslav Richter y Mstislav Rostropovich: escribió su novena sonata para piano para el primero y su Sinfonía-Concierto en Mi menor, op. 125 para el segundo (estrenada bajo la batuta del primero en el único concierto en el que Richter obró de director).

Murió a los 61 años el 5 de marzo de 1953, el mismo día que Joseph Stalin.

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Alexander Scriabin, nombre completo Aleksandr Nikolayevich Scriabin (6 de enero de 1872 [25 de diciembre de 1871 en el calendario antiguo]–27 de abril [14 de abril] de 1915), fue un compositor ruso de música para piano y música orquestal destacado por su uso de armonías inusuales y extendidas a través de las cuales buscaba explorar el simbolismo musical.

Se formó como soldado en la Escuela de Cadetes de Moscú desde 1882 hasta 1889, mientras también estudió música y piano. En 1888 ingresó en el Conservatorio de Moscú, donde estudió piano con Vasily I. Safonov y composición con Sergey Taneyev y Anton Arensky. Al graduarse del conservatorio en 1892 ya había compuesto las piezas para piano que constituyen sus opus 1, 2, 3, 5 y 7. 

En 1897 se casó con la pianista Vera Isakovich y desde 1898 hasta 1903 impartió clases en el Conservatorio de Moscú. Luego se dedicó por completo a la composición y en 1904 se instaló en Suiza. Después de 1900 estaba muy preocupado por la filosofía mística, y su Sinfonía No. 1, compuesta en ese año, tiene un final coral que glorifica al arte como forma de religión. Allí también completó su Sinfonía No. 3 estrenada por Arthur Nikisch en París en 1905. Se dice que el «programa» literario de esta obra, ideado por Tatiana Schloezer, con quien había formado una relación después de abandonar a su esposa, representaba «la evolución del espíritu humano del panteísmo a la unidad con el universo». De manera similar, las ideas teosóficas cada vez más cercanas a la psiquis del compositor le proporcionaron la base de sus obras orquestales Poema del éxtasis (1908) y Prometeo (1911), que piden la proyección de colores en una pantalla durante la actuación.

Entre 1906 y 1907 realizó una gira por los Estados Unidos donde dio conciertos junto a Safonov y el director Modest Altschuler, y en 1908 frecuentó los círculos teosóficos de Bruselas. En 1909 el director Serge Koussevitzky, quien interpretó y publicó sus obras, lo alentó a regresar a Rusia. Para entonces ya no pensaba solo en términos de música; estaba esperando un «Misterio», en forma de obra magna, que lo abarcara todo. Planeó que esta abriera con un «acto litúrgico» en el que la música, la poesía, la danza, los colores y los aromas se unieran para inducir en los adoradores un «éxtasis supremo y final». Escribió el poema de la «Acción Preliminar» del «Misterio» pero dejó solo bocetos para la música. Este, junto a tantos otros, es un ejemplo de por qué algunos lo consideran el principal compositor simbolista ruso.

Scriabin fue uno de los compositores modernos más innovadores y más controvertidos. Leo Tolstoi describió su música como «una expresión sincera de genio». Su obra ejerció una influencia destacada en el mundo de la música a lo largo del tiempo e influyó en compositores como Igor Stravinsky y Sergei Prokofiev. Sin embargo, la importancia de Scriabin en la escena musical rusa y luego soviética, e internacionalmente, disminuyó drásticamente después de su muerte. Según su biógrafo Faubion Bowers, «Nadie fue más famoso durante su vida, y pocos fueron ignorados más rápidamente después de la muerte». Sin embargo, su estética musical ha sido reevaluada desde la década de 1970, y sus diez sonatas para piano publicadas junto a otras obras han sido cada vez más defendidas, obteniendo importantes elogios en los últimos años.

Las obras

[Por una cuestión de extensión y para placer de quien lee, el apartado sobre las obras será lo más conciso posible.]

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Stravinsky: Serenata en La para piano, completada el 9 de septiembre de 1925 en Viena, dedicada a su esposa Katya y publicada por Boosey & Hawkes, fue resultado de la firma del primer contrato de grabación de gramófono de Stravinsky con la discográfica Brunswick, y fue escrita para que cada movimiento entrara dentro de un lado de un disco de 78RPM.

Dura aproximadamente 12 minutos y está escrita en 4 movimientos: Hymne (himno), Romanza (romance), Rondoletto y Cadenza finala (cadencia final).

A pesar de su título, la obra no está ni en La mayor ni en La menor. «La» no es la tonalidad de la obra sino que la música irradia y tiende hacia La como un «eje» o «polo tónico». Es así como tanto el primero como el último acorde de cada movimiento contienen la nota La, ya sea como tónica, tercera o quinta de un acorde de tríada. Según Stravinsky, la pieza fue concebida 

a imitación de la Nachtmusik del siglo XVIII, que por lo general era encargada por los príncipes mecenas para varias ocasiones festivas, e incluía, al igual que las suites, un número indeterminado de piezas. 

(Stravinsky, I. An Autobiography. New York: W. W. Norton & Company, 1962: 124).

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Stravinsky: «L’oiseau de Feu». Suite pour piano. El pájaro de fuego es una obra de ballet (luego convertida en diversas suites de concierto) escrita para la temporada de París de 1910 de los Ballets Russes de Sergei Diaghilev. La coreografía original fue de Michel Fokine, quien colaboró con Alexandre Benois en un escenario basado en los cuentos de hadas rusos del pájaro de fuego y la bendición y maldición que posee para su dueño. Su estreno en la Ópera de París el 25 de junio de 1910 fue un éxito inmediato, catapultando a Stravinsky a la fama internacional. El ballet no solo fue el avance profesional de Stravinsky, sino también el comienzo de su asociación con Diaghilev, que posteriormente produciría Petrushka, Le Sacre du printemps, Pulcinella, Mavra y Les noces.

El compositor realizó tres adaptaciones a modo de suite orquestal en 1911, 1919 y 1945, esta última la más extensa de todas. Junto con la versión de 1910 Stravinsky publicó una versión para piano solo del ballet completo a modo de obra de estudio y ensayo, que eventualmente entró en el repertorio de varios pianistas.

Sin embargo la versión interpretada en este disco pertenece a la transcripción de 3 movimientos del ballet (Danse infernale du Roi Kastchei, Berceuse y Finale) que realizó en 1928 el pianista italiano Guido Agosti dedicada a la memoria de su maestro, Ferruccio Busoni.

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Stravinsky: Trois mouvements de Petrouchka pour piano es un arreglo para piano solo del ballet Petrushka que el propio compositor escribió para el pianista Arthur Rubinstein, terminado 10 años después del estreno del ballet, en 1921. Stravinsky es explícito al advertir que la versión no es una transcripción: no estaba tratando de reproducir el sonido de la orquesta, sino que deseaba componer una partitura que fuera esencialmente pianística aunque su material musical se extrajera directamente del ballet. A su vez, el compositor quería crear una obra que animara a los pianistas a tocar su música, pero debería ser una en la que pudieran mostrar su técnica, objetivo que logró ampliamente. Pero no sólo estaba interesado en que cualquier pianista interpretara su música: el objetivo era intentar influir en Arthur Rubinstein para quela incorporara en su repertorio. Para llamar su atención, Stravinsky se aseguró de que Rubinstein encontraría el arreglo técnicamente desafiante pero musicalmente satisfactorio. Trois mouvements de Petrouchka refleja las intenciones del compositor y, como era de esperar, es conocido por sus notorias dificultades técnicas y musicales. Los tres movimientos incluyen saltos salvajes y rápidos que abarcan más de dos octavas, polirritmias complejas, escalas extremadamente rápidas, múltiples glissandos y trémolos, entre otros.

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Prokofiev: Sarcasmos para piano, op. 17 es una obra en 5 movimientos en miniatura, compuesta entre 1912 y 1914 y estrenada por el propio compositor en el Conservatorio de San Petersburgo el 27 de noviembre de 1916. Fue una de las primeras obras compuestas durante sus años de conservatorio, período que lo ayudó al comienzo de su carrera  a establecer su estilo temprano, muy cercano al de sus predecesores (los románticos Scriabin y Rachmaninoff). Más tarde, al entrar en contacto con la música cada vez más vanguardista y las ideas artísticas modernistas, comenzó a forjar su propio camino. Los Sarcasmos marcan un punto de inflexión en su búsqueda de un nuevo lenguaje musical, en el que se lleva al extremo su exploración de los límites del modernismo. Cada una de las cinco piezas tiene un carácter diferente, proyectando diferentes emociones dramáticas, expresión de la sonrisa amarga del joven compositor, la ironía desdeñosa que sentía hacia su cultura y el arte de su tiempo, que le seguía siendo ajeno, y que eventualmente sería parte fundamental en cambiar.

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Prokofiev: Sonata para piano no. 8 en Sib mayor, op. 84 es la tercera y última de sus tres sonatas para piano escritas durante la Segunda Guerra Mundial, y considerada junto a las dos anteriores como el apogeo de su estilo compositivo y libertad creativa dentro del género. A esta le sigue una novena sonata (1947), la revisión de su quinta sonata (1952-53), una décima inconclusa (op. 137, 1952) y una onceava diagramada pero nunca escrita.

Escrita en 3 movimientos (Andante dolce en Sib mayor, Andante Sognando en Reb mayor y Vivace en Sib mayor) que suman un total de unos 28 minutos, fue estrenada por el pianista ruso Emil Gilels en Moscú el 30 de diciembre de 1944.

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Prokofiev: Tres piezas de «Cenicienta», op. 95 (no. 2, Gavota). Cenicienta, op. 87 es un ballet compuesto entre 1940 y 1944 para un escenario de Nikolai Volkov. Es una de sus composiciones más populares y ha inspirado a un gran número de coreógrafos desde sus inicios. Su estreno fue dirigido por Yuri Fayer el 21 de noviembre de 1945 en el Teatro Bolshoi, con coreografía de Rostislav Zakharov y Galina Ulanova en el papel principal.

Previo a su estreno, el compositor publicó tres suites diferentes para piano solo basadas en la música de Cenicienta: las Tres piezas, op. 95 (1942), las Diez piezas, op. 97 (1943) y las Seis piezas, op. 102 (1944), autorizando más tarde la confección de tres suites orquestales distintas (ops. 107, 108 y 109).

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Prokofiev: Concierto para piano no. 2 en Sol menor, op. 16. Sergei Prokofiev escribió su Concierto para piano No. 2 entre 1912 y 1913, pero la partitura de esa versión fue destruida en un incendio después de la Revolución Rusa (1917). El compositor reconstruyó la obra en 1923, dos años después de terminar su Concierto para piano No. 3, y declaró que estaba «tan completamente reescrito que casi podría considerarse el [Concierto para piano] no. 4». De hecho, su orquestación tiene características que son claramente posteriores al concierto de 1921. Prokofiev estrenó este «No. 2» en París el 8 de mayo de 1924 con la dirección de Serge Koussevitzky. Está dedicado a la memoria de Maximilian Schmidthof, un amigo de Prokofiev del Conservatorio de San Petersburgo que se suicidó en 1913. Sigue siendo uno de los conciertos para piano técnicamente más formidables del repertorio estándar. El biógrafo de Prokofiev, David Nice, señaló en 2011: 

Hace una década habría apostado a que solo había una docena de pianistas en el mundo que podían tocar correctamente el Segundo Concierto para piano de Prokofiev. Argerich no se le acercaba, Kissin retrasó su aprendizaje e incluso Prokofiev, como virtuoso, se había metido en un lío terrible al intentar interpretarlo con Ansermet y la Orquesta Sinfónica de la BBC en la década de 1930, cuando se le había escapado de las manos.

(Nice, D. Review: Anna Vinnitskaya recording of Prokofiev Piano Concerto No. 2. BBC Music Magazine, febrero 2011)

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Scriabin: Concierto para piano en Fa# menor, op. 20 es una obra temprana escrita en 1896, el primer trabajo del compositor para orquesta y el único concierto que compuso. Scriabin completó la obra en solo unos pocos días en el otoño de 1896, pero no terminó la orquestación hasta el siguiente mayo (y solo después de la insistencia constante de su editor y mecenas Mitrofan Belyayev). Belyayev pagó al compositor 600 rublos (aproximadamente $ 10.000 dólares estadounidenses actuales); se estrenó en octubre de 1897 y finalmente se publicó en 1898.

La obra, en tres movimientos (Allegro, Andante y Allegro moderato) dura aproximadamente 28 minutos y está escrita para piccolo, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 4 cornos, 2 trompetas, 3 trombones, timbales, cuerdas y piano solista.

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Scriabin: Deux poèmes, op. 32 es un dúo de miniaturas para piano compuestas en 1903 y publicadas en 1904, siendo la primera introvertida y apasionada (Andante cantabile en Fa# mayor), y la segunda extrovertida y desafiante (Allegro, con eleganza, con fiducia en Re mayor), primera pareja de 5 compuestas a lo largo de su carrera (completadas por los ops. 44, 63, 69 y 71, además de tener varios otros poemas unitarios y algunos como partes de otros conjuntos de obras).

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Scriabin: Ocho estudios, op. 42 (nos. 4 y 5) se encuentran entre sus obras para piano más importantes, cuya modernidad apunta hacia las ideas compositivas místicas y a menudo extrañas de sus últimos años de vida, compuestos en 1903 (como parte de su período intermedio –o «segundo período»– que abarca las obras compuestas entre los años 1903 y 1907). La música aquí todavía es post-romántica, pero suena demasiado madura, empujando hacia nuevos horizontes, armónica, rítmica y temáticamente. 

El estudio No. 4 en Fa# mayor presenta un tema cuyo estilo romántico suena decorado y avivado, ocultando una oscuridad interna. La pieza es típica de Scriabin y excede un lenguaje expresivo que no se adapta del todo a la música. El No. 5, en Do# menor, tiene un carácter siniestro en su bajo, pero con sentido de pasión en su tema principal.

Los artistas

Daniil Trifonov es pianista y compositor ruso, nacido en Nizhny Novgorod el 5 de marzo de 1991. Comenzó a estudiar piano a los cinco años y actuó en su primer recital solista a los siete. En 2000 comenzó a estudiar con Tatiana Zelikman en la Escuela de Música Gnessin de Moscú. De 2009 a 2015, estudió con Sergei Babayan en el Instituto de Música de Cleveland. En 2011, ganó el Primer Premio y el Grand Prix en el Concurso Internacional Tchaikovsky, además del Primer Premio en el Concurso Internacional de Maestros de Piano Arthur Rubinstein, y en 2010 fue galardonado en el Concurso Internacional de Piano Chopin. 

En 2013 firmó un contrato de grabación con el sello Deutsche Grammophon, donde su primer álbum, una grabación en vivo de su recital debut como solista en el Carnegie Hall, fue nominado para un premio Grammy al Mejor solista instrumental clásico. Más tarde ganó un Grammy en 2018 por un álbum de los Estudios trascendentales de Franz Liszt. Sus álbumes han aparecido en rankings de listas de récords internacionales, con siete en las lista Billboard de Top Classical Album.

Ha actuado como solista con orquestas como la New York Philharmonic, la Cleveland Orchestra, la Royal Philharmonic Orchestra, la London Symphony Orchestra, la Mariinsky Theatre Orchestra, la Royal Concertgebouw Orchestra de Amsterdam, la Berliner Philharmoniker, la San Francisco Symphony, la Houston Symphony y la Munich Philharmonic, como también recitales solistas en las salas Royal Festival Hall, Carnegie Hall, John F. Kennedy Center for the Performing Arts, Berliner Philharmonie, Théâtre des Champs-Élysées, Concertgebouw de Amsterdam, y el Seoul Arts Center.

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Valery Gergiev es director de orquesta, ruso, nacido el 2 de mayo de 1953, mejor conocido por ser actualmente el director general y artístico del Teatro Mariinsky de San Petersburgo en 1996.

Estudió dirección orquestal con Ilya Musin en el Conservatorio de Leningrado y a los 23 años ganó el Concurso de Directores Herbert von Karajan en Berlín. Hizo su debut con el Teatro Kirov en Leningrado (ahora San Petersburgo) en 1978, dirigiendo una producción de La guerra y la paz de Prokofiev como asistente de Yury Temirkanov, director principal de la compañía. De 1981 a 1985 fue el director principal de la Orquesta Estatal de Armenia y durante ese período dirigió las actuaciones de muchas de las principales orquestas de la Unión Soviética.

Luego de ser nombrado director musical del Teatro Kirov en 1988, Gergiev comenzó a establecer una reputación por sus interpretaciones intensamente personales. En 1991 hizo su debut en la ópera europea dirigiendo Boris Godunov de Mussorgsky con la Ópera Estatal de Baviera, e hizo su primera aparición en la ópera en los Estados Unidos, dirigiendo la producción de La guerra y la paz de la Ópera de San Francisco, ese mismo año. En 1993 fue nombrado Director del Año en los Classical Music Awards de Londres. También fue invitado a trabajar con muchas de las principales orquestas del mundo, incluida la London Symphony Orchestra, la Royal Concertgebouw Orchestra de Amsterdam y la Berliner Philharmoniker, entre otras.

En 1991 el Teatro Kirov, junto con sus compañías de ópera y ballet residentes, volvieron a su nombre imperial, Mariinsky. En 1996, Gergiev se convirtió en director artístico y general del Teatro Mariinsky y durante su mandato fortaleció y solidificó la posición de la sala como uno de los teatros de ópera más importantes del mundo.

Fundó el Festival Noches Blancas de San Petersburgo (1993) y el Festival Internacional de Música Mikkeli en Finlandia (1994), y desde 1996 dirigió el Festival de Rotterdam y el Festival Internacional de Música del Mar Rojo de Israel. En 2002 comenzó una colaboración de más de 10 años entre la Ópera Mariinsky y el Kennedy Center for the Performing Arts en Washington, D.C.

En el Festival de la Máscara de Oro de Moscú en 2002, fue nombrado Mejor Director por su versión de Die Walküre de Richard Wagner, y el Mariinsky ganó tres de los cinco premios en las categorías de ópera del evento. Gergiev también lanzó una serie de grabaciones con obras de compositores de Rusia y otros estados de la antigua Unión Soviética. Durante este tiempo también supervisó la construcción de nuevas salas de conciertos para el Mariinsky, y en 2009 el teatro lanzó su propio sello discográfico.

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La Mariinsky Orchestra, antes conocida como Orquesta Kirov, se encuentra en el Teatro Mariinsky en San Petersburgo, Rusia. Fundada en 1783 durante el reinado de Catalina la Grande, antes de la Revolución se la conocía como la Orquesta de la Ópera Imperial Rusa, lo que la convierte en una de las instituciones musicales más antiguas de Rusia.

En 1935 Joseph Stalin cambió su nombre a Kirov, en honor a Sergei Kirov, el primer secretario del Partido Comunista en Leningrado, cuyo asesinato en 1934 por parte de su régimen Stalin intentaba encubrir. Después del colapso de la Unión Soviética, el nombre se cambió de nuevo a Mariinsky en 1992.

El actual director artístico y general del Teatro Mariinsky es el director Valery Gergiev y el director invitado principal es Nikolaj Znaider. Bajo Gergiev, la Orquesta Mariinsky se ha convertido en una de las principales orquestas sinfónicas de Rusia.

La música

Absurdo, aunque inevitable, sería hacer un estudio minucioso de cada una de las interpretaciones del disco, que pueden resultar tan distantes, eclécticas y aleatoriamente reunidas como cualquier colección de grandes éxitos comprada en un fascículo de revista. Sólo haré algunas observaciones destacables de las más de dos horas de música que Daniil Trifonov ofrece en este álbum doble edición extendida.

Sbre él tampoco es valioso decir demasiado. Es un excelente pianista de la camada más reciente de jóvenes talentos (30 años al 2021) que no dejan de aparecer y resultan imparables una vez que las discográficas descubrieron el rédito económico que les valía forzar la competencia desde la juventud (así como la pérdida de ésta) en países europeos y asiáticos que no detienen su maquinaria para ofrecer talentos cada vez más imberbes, de dedos hiper veloces e ideas musicales nulas, cuyo valor real para las corporaciones es de devolver más rápido la inversión: ya desde aquellos primeros prodigios como Pogorelich o Kissin que los trajes entendieron que el consumo público es de la figura y no del repertorio. Trifonov es, quizás, de lo menos «dedo rápido e idea hueca» de esta generación; en mi opinión personal, de lo mejorcito «de lo nuevo». Es por esto que no termino de entender lo dispar y desordenado de Silver Age.

Intenté buscarle un sentido a la idea de juntar estas obras en particular de estos compositores en especial. Sé que hay una justificación artística (aunque nada acredita que se interpreten obras arregladas por otros habiendo versiones del propio compositor de su misma obra…) pero fue difícil encontrarle sentido de sólo recorrer el álbum. Por eso busqué qué decía la propia Deutsche Grammophon sobre este diso:

Daniil Trifonov invita a los oyentes a acompañarlo a las París, Moscú, Roma y San Petersburgo del fin de siècle con una colección de obras seminales de tres de los más grandes exponentes de la edad de plata [Silver Age] rusa: Scriabin, Stravinsky y Prokofiev. Este trío de compositores, cada uno de ellos un protegido de Sergei Diaghilev, refleja el cóctel vibrante de estéticas que colisionan entre sí y expresiones filosóficas durante el breve pero influyente período entre la Rusia de fines del siglo XIX y los primeros años de la Unión Soviética. Desde el misticismo pianístico de Scriabin, pasando por el balletismo iconoclasta de Stravinsky, hasta las pirotecnias sardónicas de Prokofiev, Silver Age captura un momento único en el tiempo que cambió a la música para siempre.

En cuanto a concepto, es interesante. En cuanto a logro de plasmar ese concepto en un álbum, Silver Age no logra encontrar eje central claro. Es evidente que fueron necesarias esas palabras en la contratapa del disco para justificar el proyecto de Trifonov.

A su vez, la propia información de DG en su sitio al anunciar la versión extendida informa que:

Daniil Trifonov anuncia la Edición Extendida de Silver Age, que presenta cuatro pistas adicionales de Alexander Scriabin. El título del álbum, Silver Age, grabado con Valery Gergiev y la Orquesta Mariinsky, recuerda una época en la que los compositores, poetas, artistas, dramaturgos e intérpretes estrella de Rusia se contaban entre los más originales del mundo. La audacia artística y la brillantez de esta época turbulenta en la historia del país se ilustra con la elección de obras de Daniil Trifonov de tres de sus compositores más pioneros, Scriabin, Prokofiev y Stravinsky.

«Scriabin», señala Trifonov, «deseaba combinar toda la experiencia estética en una visión única, mística y musical; Stravinsky unificó las artes mediante una reinterpretación radical del ballet; y Prokofiev, por su parte, abrazó el cine como la síntesis más completa y moderna de los sentidos.»

Es decir, nuevamente no dijo nada.

Pero ¿qué pasa con la música?

Desde hace años que la DG (y seguramente otras discográficas) tiene la costumbre de grabar la música para piano con una inexplicable cercanía al intérprete, de forma tal de que podamos escuchar cada uno de sus gemidos, inflexiones vocales y respiraciones excesivas. Mi recuerdo personal más temprano de esto es las grabaciones de algunas sonatas de Beethoven por Maurizio Pollini allá por los tempranos 2000s, donde en vez de aportar cierta sensación de intimismo y espontaneidad, distrae y empaña del disfrute de la obra. 

Es exactamente eso lo primero que se percibe en la Serenata en La de Stravinsky, obra rica, brillante, pequeña y compleja, casi única en el repertorio y pocas veces abordada por los músicos más modernos. La interpretación es magnífica, detallada, con un excelente control del matiz, el peso del dedo y la distinción de las voces claras y bien perfiladas. Trifonov es un maestro en esto, en controlar el discurso interno y destacarlo con sutileza dentro de un enjambre (a simple audición insoportable) de líneas melódicas y fraseos sonoros complejos. Pero cómo corta la concentración esos pequeños resoplidos del pianista… A pesar de eso, aplaudo la elección de reducir al mínimo la separación entre movimiento y movimiento (le otorga otra cohesividad a la idea de «polo tónico» en La de la obra) y sugiero prestar particular atención al Rondoletto, miniatura exquisitamente lograda.

Los Sarcasmos op. 17 de Prokofiev que siguen se presentan como diametralmente opuestos en todo sentido. El pianismo brutalmente percusivo y dulcemente melodioso del compositor se encuentran sustancialmente bien representados particularmente en el Tempestoso inicial y el Allegro precipitato central que actúa como bisagra seccional de la obra y recuerda en su arrojo e imparable proceder frenético a su séptima sonata para piano. Acá, nuevamente se luce la maestría en diferenciar carácteres subitos entre una micro sección y otra que tiene Trifonov en su arsenal interpretativo.

Tanto la Sonata op. 84 como la Gavotta de las Tres piezas de «Cenicienta» op. 95 son correctas versiones y destacados exponentes de este cierre del período de guerra en la producción del compositor. A pesar de que, a mi gusto, presentar una sola de las Tres piezas, funciona como corolario o coda desemparentada de esa Sonata que Trifonov luce en todo su esplendor contrapuntístico de juego entre voces internas y externas que es brillante particularmente en el primer movimiento, Andante dolce, donde lenta pero firmemente construye y superpone la tensión interna del primer tema hasta soltarse con fluidez en el Allegro moderato inquieto que acerca a Prokofiev al Rachmaninoff más irascible.

Este control de voces dentro de voces dentro de voces se vuelve a lucir en la suite de El pájaro de fuego de Stravinsky que dedicó Agosti a Busoni cerca de la década de 1930. Siempre es interesante ver este tipo de conjunciones artísticas donde un pianista decide interpretar el arreglo de un pianista dedicado a otro pianista, este último uno de los más reconocidos del entre-siglos europeo. Creo que la elección de Trifonov por esta y no otra versión de la suite para piano de la obra de Stravinsky reside en el deseo de lucimiento y se nota, particularmente en el Finale lírico y majestuoso, perfectamente bien traducido de la partitura orquestal original, donde logra con maestría obtener del piano cada sonoridad homóloga y demostrando, quizás sin quererlo, la cercanía del compositor a Mussorgsky y cómo este se anticipó al siglo XX a través del afán contemporáneo de mirar hacia Francia y el resto de Europa para construir algunos aspectos de la identidad nacional musical.

El Concierto para piano no. 2 de Prokofiev es sin dudas una de las partituras más brillantes que el compositor construyó dentro del género. Y habiendo tan buenas y bien grabadas versiones, no logro terminar de entender cómo es que justamente esta es la que llegó a Silver Age. Pianísticamente hablando, lugar donde reside la verdadera dificultad de la pieza, es irreprochable. Pero sea por elección técnica o musical, la orquesta no se siente a la par del instrumento solista. La versión funciona bien orquestalmente hablando hasta el segundo 0:50 del primer movimiento, donde Gergiev administra con soltura y seguridad el crescendo de la cuerda que envuelve al piano mientras interpreta el tema principal (que, podría considerarse es, en sí, el segundo tema del movimiento). Y quizás, si uno quiere ser más bondadoso, las entradas de flauta y oboe desde el minuto 1:45 en adelante comentando sobre dicho tema pueden hasta aceptarse como último rédito de logro. Pero lo que se sucede es una compresión tan densa de la cuerda, un recorte sonoro tan bruto y una calidad de planos tan pobre que, como dije antes, sorprende que esta versión haya sido la incluida. No recuerdo que la Mariinsky sonara así. Es más, la versión de la misma obra por Denis Matsuev con Gergiev y la Mariinsky suena, en la orquesta, radicalmente distinta (e inclusive en el piano, pero eso es porque Matsuev tiene mayor destreza en el control del peso del instrumento que Trifonov). La versión de Silver Age sólo se reivindica en el Finale. Allegro tempestoso final.

Los Tres movimientos de Petrushka que siguen son un sorbeto, una limpieza de paladar auditivo, que agrada a los sentidos y le devuelve el brillo a todo el volumen. Las pausas características del Chez Petrouchka y la paciencia con la que construye la tensión dejando trabajar y destacar a la resonancia del piano mediante la liberación de las cuerdas y su vibración por simpatía, es otra característica destacable de la maestría interpretativa de Trifonov.

El registro del Concierto para piano op. 20 de Scriabin, segunda y última participación de Gergiev al frente de la Mariinsky (y primera aparición del compositor) es de una frescura, liviandad, limpieza, dulzura melódica y construcción armónica brillantemente bien logradas y diametralmente opuestas al concierto de Prokofiev. Particularmente el Andante, segundo movimiento que presenta el tema que se varía en 4 partes subsiguientes es uno de los momentos más logrados de todo Silver Age: tiene mensaje, profundidad, afecto, emoción, sentimentalismo y simbolismo. Es donde Trifonov y Gergiev mejor muestran los frutos de sus colaboraciones, y es donde el pianista se destaca como un brillante concertador. 

Los Dos poemas y los dos estudios de los Estudios op. 42 son los 4 tracks que se suman en esta Edición Extendida del Silver Age, y buena elección por parte del pianista, dándonos la posibilidad de conocer un poco más en profundidad su lectura de la proeza compositiva de Scriabin. Y pesar de que los poemas son de lo más «romántico» y, quizás, menos característico de las fortalezas del compositor, la elección de los números 4 y 5 de los Estudios nos permite disfrutar de una correcta lectura de estas obras.

Con un concepto de justificación holgada e interpretaciones de una maestría superlativa aunque nada fuera de lo ya oído y acostumbrado, Silver Age se presenta como un muestrario de obras de madurez por un pianista que recién ahora la está alcanzando. No serán de referencia, pero no son tampoco una pérdida de tiempo y Trifonov lo vale, sea sólo por esos atisbos breves pero contundentes de brillantez solística.