Es grato de tanto en tanto encontrar aglomerado en la magma informe de epítetos estilístico-descriptivos como «Alternative/Indie Rock», «Chamber Pop», «Nouveau Pop» o el tan temido «Art Rock», un conjunto de individualidades reminiscentes a The Frames, Glen Hansard, Amanda Palmer, Cocteau Twins o Eddie Vedder que hacen de Carissa’s Wierd y Songs About Leaving (2002), una banda-álbum más digno de acercarse a ellos que a toda la hondonada de artistas recortados a partir de un mismo molde comparativo y de misma categoría endeble y olvidable, como el largo listado que los servicios de streaming (únicos responsables y moldeadores del consumo musical masivo) pretenden adosarle a la banda bajo la excusa de «Fans also like».
Este, el tercer y último LP de la banda, a pesar de ser un tanto desequilibrado hacia la segunda mitad del álbum, resulta una fina y prometedora exploración entre lo más insulso del indie promedio y lo más energúmeno del post rock general.
La escritura vocal, el uso de instrumentos de cuerda, de piano y teclados «acústicos», las letras, la emotividad de cada track, son sólo alguno de los muchos elementos que se destacan a primera oída y se ofrecen como una brillante narrativa compleja conjugada en 12 partes tan inquietantes como conmovedoras, que intentan proceder desde la acción interior hacia la exterior, del músico al oyente, de quien sufre a quien observa.
Lo más atrapante y virtuoso del ensamble es su capacidad de mecerse matizado, minucioso, natural y con toda solución de continuidad entre un shoegazing fantasmal, de ensueño (You Should Be Hated Here o The Piano Song) y un cuasi grunge venenoso y punzante (Sofisticated [sic] Fuck Princess Please Leave Me Alone o Ignorant Piece of Shit), buscando en cada momento el perfecto equilibrio entre un juego dual entre voces y guitarras brutas y oscuras, y una orquestación más dulce y alegre. Songs About Leaving puede resultar sucio, incompleto, quizás un tanto lo-fi. No llega a ser ni un dream pop estilizado y quirúrgico, ni tampoco un post rock insoportable, incomprensible y sin dirección. A pesar de que, seguramente, haya encontrado rechazo, es un disco que no me sorprendería se haya destacado en el año de su lanzamiento como algo original, distinto e interesante en el panorama musical internacional de principios del nuevo siglo porque hoy, casi 20 años después, lo sigue siendo.