26 - Oslo Philharmonic Orchestra/Vasily Petrenko - Prokofiev: Symphony no. 5 - Myaskovsky: Symphony no. 21

Oslo Philharmonic Orchestra/Vasily Petrenko – Prokofiev: Symphony no. 5 – Myaskovsky: Symphony no. 21

26 - Oslo Philharmonic Orchestra/Vasily Petrenko - Prokofiev: Symphony no. 5 - Myaskovsky: Symphony no. 21
Tapa del disco Prokofiev: Symphony no. 5 – Myaskovsky: Symphony no. 21, por la Oslo Philharmonic Orchestra dirigida por Vasily Petrenko

La música

Alejándome esta semana en El Disco de la Semana de las inagotables publicaciones que inundaron el mercado para celebrar los 250 años de Ludwig van Beethoven, decidí investigar las ediciones del 2021 de obras icónicas del repertorio orquestal y encontré esta versión del «desconocido» sello Lawo Records de la quinta sinfonía de Sergei Prokofiev y la «yapa» de una obra poco grabada: la sinfonía no. 21 de Nikolay Myaskovsky, contemporáneo a aquél y merecedor de que el ambiente musical salde su deuda y empiece a serle más atento.

El esfuerzo que requirió completar la semana de análisis de estas dos versiones fue directamente proporcional a las expectativas que le tenía al disco. Mi interés recaía principalmente en que la quinta de Prokofiev es una de mis sinfonías preferidas del compositor y en que decidieran acompañarla de una de las más perfectas «miniaturas» sinfónicas de Myaskovsky. Sabía que la Oslo era una orquesta de primer nivel, sabía que Petrenko había logrado ubicarla en ese lugar. Entendía que sus lecturas suelen ganarle detractores con mucha facilidad. No pensé que sería uno de ellos.

En TIDAL incluyeron una reseña del disco (según ellos, extraída de TiVO) de un solo renglón: «un Prokofiev un tanto seco y una sinfonía abandonada de Myaskovsky de parte de Petrenko y su banda de Oslo».

Y aunque estoy tentado a ofrecer una opinión similar, debo hacer el esfuerzo de intentar profundizar, aunque brevemente, en por qué estoy relativamente de acuerdo.

A pesar de que la orquesta es dinámica y de una calidad superlativa, las decisiones de tempi y balance tímbrico que toma Petrenko a lo largo de la sinfonía de Prokofiev la convierten en un sinsabor sonoro, tímido y acomodaticio en vez de la potente pisada musical que el compositor dio sobre la bastardeada escena cultural de la agotada Unión Soviética en plena Segunda Guerra Mundial. Quizás la elección del arte de tapa sea una advertencia al oyente de cuán seca, lineal y constructivista va a ser la lectura.

El Andante inicial no tiene fuerza ni carácter. Es lento, aburrido, y no encuentra trabajar satisfactoriamente los contrastes armónicos y tímbricos que son indispensables para sentir el verdadero efecto de la vanguardia melódica de Prokofiev. La cuerda se mostrará ligera pero la percusión es pesada y la madera casi amateur.

El Allegro marcato pretende empujar la obra hacia adelante y acercarla a la expectativa que uno puede tener de esta sinfonía monumental. Es el movimiento más seguro y mejor logrado de la versión. Así, contrasta de buena manera con el Adagio que le precede donde logra por primera y quizás única vez lucirse la intención del director. Pero sin embargo y con cierto pesar admito que se hace por momentos inaguantable en su blandura y monotonía.

Uno esperaría lo giocoso en el Allegro giocoso que cierra la obra y, si bien Petrenko logra acarrear un ensamble en forma, dinámico y veloz, no resulta suficiente para justificar los casi 40 minutos de música que le antecedieron. Siendo este movimiento un claro ejemplo y justificativo de la insistencia que tuvo Disney en intentar convencer al compositor de que trabajara para ellos, Petrenko no logra encontrar el humor y la versatilidad que están claramente plasmados en la escritura musical.

Por el contrario, la sinfonía no. 21, op. 51, de Myaskovsky, una obra neoclásica en un solo movimiento de 3 secciones contrastantes encuentra un excelente defensor en el director y su «banda de Oslo». Hay claridad, fuerza, buen manejo tímbrico y de tempi, balance ajustado, peso, patetismo y densidad. Hay comprensión de sus influencias y una correcta puesta en valor de una obra que merece un lugar estable en el repertorio tradicional desde este 2021 en adelante, año de su aniversario número 80.

Ni orquesta ni director son improvisaciones. Ambos son de primerísimo nivel. Claramente Petrenko tiene una mirada muy personal que actúa en detrimento del lucimiento de la obra y su compositor. No será jamás recomendada una versión de referencia pero sí sugiero tenerla a mano para acercarse lentamente a la figura brillante que fue Nikolay Myaskovsky.