James Yorkston and the Second Hand Orchestra - The Wide, Wide River

James Yorkston and the Second Hand Orchestra – The Wide, Wide River

James Yorkston and the Second Hand Orchestra - The Wide, Wide River
Tapa del disco The Wide, Wide River, de James Yorkston and the Second Hand Orchestra

El artista

James Patrick Yorkston Wright, oriundo de la aldea de Kingsbarns cercana a la costa este de Fife, Escocia, es un cantautor, músico y escritor que emergió de la escena indie local a principios de los años 2000 como parte del colectivo Fence, una alianza creativa ecléctica que incluyó a bandas y artistas como King Creosote, The Beta Band y KT Tunstall

Empezó a tocar música desde muy temprana edad, mudándose a vivir a Edimburgo a los 17 años de edad, momento en el cual formó parte de la banda punk Huckleberry, con quienes grabó una serie de discos. Luego de su disolución eligió abandonar el camino del punk para dedicarse al folk.

Sus primeras presentaciones solistas incluyeron ser artista soporte de íconos del folk escocés como Bert Jansch y John Martyn (quien lo invitó a trabajar con él luego de escuchar su demo grabado bajo el nombre de J. Wright Presents), gracias a los cuales conoció a Kenny Anderson, miembro de King Creosote, quien lo invitó a formar parte de Fence.

Gracias a esto, firma contrato con la discográfica Domino Records, para la cual Yorkston grabó gran parte de su producción solista y con su banda Athletes, comenzando por su disco debut Moving Up Country (2002), y seguido por varias producciones más, entre las cuales se destacan primeras grabaciones como Just Beyond the River (2004, como James Yorkston and the Athletes) y When the Haar Rolls In (2008). 

La década de los 2010s encontró a un Yorkston más cerebral y experimental, alejado levemente del folk que lo caracterizó en sus primeros años, publicando discos como The Cellardyke Recording and Wassailing Society (2014) o la trilogía Everything Sacred (2016), Neuk Wight Delhi All-Stars (2017) y Navarasa: Nine Emotions (2020) como parte del trío conformado por él, el contrabajista inglés Jon Thorne (miembro de Lamb) y Suhail Yusuf Khan, músico indio intérprete de sarangui, instrumento tradicional utilizado ampliamente en la música de la India, Nepal, Bután y Bangladés.

Habiendo publicado sus memorias parciales (It’s Lovely to be Here – The Touring Diaries of a Scottish Gent, 2011), el 2016 vio la edición de su primer libro de ficción, Three Craws, seguido por su regreso a los estudios de grabación, publicando The Route to the Harmonium (2019), That Summer, We Flew (2020, a través de Bandcamp) y The Wide, Wide River (2021, junto a The Second Hand Orchestra).

El disco

A diferencia de su disco anterior, The Route to the Harmonium (2019), que fuera presentado como una exploración personal y personalista donde Yorkston interpretó y grabó casi todos los instrumentos, The Wide, Wide River se ofrece al público como un proyecto colaborativo, a pesar a ser, en su esencia, una continuación sonora y estilística acompañada por un elenco de nuevos intérpretes.

Acreditado a James Yorkston and the Second Hand Orchestra (siendo Yorkston compositor y letrista de todos los temas), el proyecto nace de la extensa amistad de él con el músico y productor sueco Karl-Jonas Winqvist, quien, en una brillante sesión intensa de sólo tres días de duración en los estudios Rymden de Estocolmo, juntó a Yorkston con su propio grupo de colaboradores.

The Wide, Wide River fue lanzado el 22 de enero de 2021 a través de Domino Records. Incluye a James Yorkston como compositor y arreglador de todos los temas (además de en voces y piano), Ylva Ceder (en voces), Per Lager (en batería), Peter Morén (en guitarras y voces), Lars Fredrik Swahn (en guitarras, bajo, teclados y voces), Dan Bengtsson (en bajo) y a la Second Hand Orchestra formada por Daniel Hölmstrom (fliscorno), Lina Langendorf (flauta), Emma Nordenstam (violoncello y voces), Cecilla Österholm (en nyckelharpa, o viola de teclas) y Karl-Jonas Winqvist (en percusión).

La técnica incluyó a Yorkston y Winqvist en la producción; Daniel Bengtsson y Lars Fredrik Swahn en la mezcla e ingeniería; John Broadley en el arte; y Matthew Cooper y Paul Street en el diseño.

La música

Sé que al momento de escribir sobre música es difícil evitar mencionar géneros para encasillar no tanto al artista sino al lugar desde el que uno pretende observar las virtudes y falencias de una producción. Odio los géneros. Ninguna obra de arte puede estar enmarcada en uno. Pero, evidentemente, la muletilla de recaer en mencionarlos resulta ser norma general inevitable y casi obligada.

Me encuentro nuevamente ante un disco que sería tan sencillo, y a la vez tan imposiblemente complicado, describirlo a través de dos géneros: folk e indie. ¿Qué es el folk y qué es el indie? No lo sé, pero seguro que de leerlos mencionados ya empiezan a darse una idea de por dónde transitan los 8 tracks de The Wide, Wide River. Aunque lamento decirles que ese tránsito es por la banquina. Porque ambas categorías son tan abarcativas y camaleónicas, casi absurdas, que no pueden acercarse a la riqueza introspectiva que es esta producción. Mejor entonces evitarlas y sólo describir desde la aceptación y la impresión personal.

The Wide, Wide River se presenta como un disco producto de la colaboración simil improvisatoria entre un compositor de raíces localistas propias de la tradición escocesa del bardo, con su poética hilvanada desde la oposición sonora de las palabras, su pie, ritmo y rima, y un conjunto caótico e irregular (pero gracias a ello rico y libre) de músicos que desde su individualidad minimalista y sonido puro contribuyen a desplegar un espacio intimista dentro del cual Yorkston despliega sus habilidades como cantautor.

Esta idea de la construcción desde la intervención minimalista se nota particularmente en A Droplet Forms, donde la estructura temática se sostiene y mueve entre el juego de las pequeñas células rítmico-melódicas del violín y la flauta, instrumento que le aporta la sonoridad más distintiva del resto del disco; y en We Test the Beams, melancólico y bucólico cierre de disco donde la participación de la batería con escobillas, la guitarra acústica y el cello fomentan la atención dedicada y participativa del oyente, esperando la comprensión de lo necesario que es la audición involucrada del disco.

El minimalismo muta en gran parte de The Wide… en repetitividad como gesto y recurso consciente, tornando el vaivén emocional de temas como Ella Mary Leather (una especie de two-step americano con ritmo sincopado de piano y participación esporádica e improvisatoria de la orquesta sobre el cual Yorkston despliega su fuerte como letrista y cantante), To Soothe Her Wee Bit Sorrows (un up-tempo discursivo entre cello y guitarra acústica donde la insistencia rítmica inmutable extienden al máximo las posibilidades del track convirtiéndolo en el más extenso pero, paradójicamente, el menos invasivo), o A Very Old-Fashioned Blues (cuyo estribillo es la perfecta muestra de que lo espontáneo y cuasi esporádico puede tener momentos de sincronismo brillante e incomparable frágilmente destructible por el esmero de lo perfectible), en fuerza gestual sostenida e implacable cuya tensión agranda su mensaje.

Inevitables son las comparaciones, o detectar influencias, similitudes y reminiscencias que se observan como tributo o guiño afectuoso y no como falencia o muleta ante la falta de originalidad impuesta, quizás, por la propia expectativa que dejó lo contemporáneo en el arte. Choices, Like Wide Rivers, con su coral folk a modo de rondó letárgico y estructurante, recuerda por momentos a The Band o a ciertos experimentos en el género de Neil Young o, inclusive y distante (aunque quizás, no tanto), a Nick Cave y sus The Good Son y The Boatman’s Call. There Is No Upside es inevitablemente cercano a Belle and Sebastian, The Decemberists y Cat Power (quizás ¿por eso incluirán a Yorkston en el género indie?), en su misticismo desordenado y espíritu pop acústico entremezclado, con un Yorkston acercándose a los momentos de mayor pureza vocal del Bowie de Lodger, Scary Monsters o inclusive Tonight. Y a modo de observación profundamente personalista: Struggle es fuertemente reminiscente al The Frames de Glen Hansard, músico irlandés que podría haber sido co-autor de este track y publicarlo como lado b de Fitzcarraldo o The Cost, dos de los discos más icónicos de la banda.

Yorkston y sus colaboradores son, con The Wide, Wide River como evidencia, un claro ejemplo de sapiencia constructiva, presentándose como un producto levemente opaco, sin mucho pulido, y por momentos lo-fi, que se fortalece en saber cuándo dejar fluir al azar y cuándo concentrar el esfuerzo compositivo y limitar lo permisible de la improvisación. Uno podría pensar que el hecho de entremezclar músicos que poca o nula experiencia tienen de trabajar juntos, llevaría a un resultado desarmado, inconcreto, tentativo, sin dirección, exploratorio y desorganizado. Pero fue acertadamente esa decisión la que dio a The Wide, Wide River como como resultado brillante, disco personalista, íntimo, fugaz, espontáneo, fresco, que se apoya y reniega en igual medida de sus raíces y comparaciones, que construye sobre tradiciones que pueden resultar disímiles en su mezcla, que entiende que son un medio para la letra y la voz, y que sin evidentes pretensiones supo comprender que lo espontáneo puede ser constitutivo de claridad, honestidad y maestría musical.

En una época donde la sobreproducción de los lanzamientos es punto de partida y método de endiosamiento demagógico de artistas y productores que no tienen ninguna idea ni ningún mensaje concretos, ni tampoco un ápice de sensibilidad o carisma musical, encontrar un disco como The Wide, Wide River que demuestra que con simpleza, despojo, sapiencia musical y colaboración comunitaria se puede ofrecer algo sólido y perdurable, es satisfactorio y esperanzador.