American Football - American Football

American Football – American Football

American Football - American Football
Tapa del disco American Football (1999), de American Football (la tapa que se ve en la portada de esta página es de la versión deluxe de American Football lanzada en 2014)

La banda

American Football no me es una banda desconocida, pero creo jamás haber escuchado ninguno de sus tres LP ni su EP completo, porque revisándolos para El Disco de la Semana me di cuenta de que mi memoria auditiva no encontraba ningún recuerdo.

Nacida en Urbana, Illinois, USA, y con una corta vida inicial entre 1997 y 2000 (reunidos nuevamente en 2014), American Football nace de las cenizas de bandas indie y emo del estado como Cap’n Jazz , Joan of Arc (ambas de Chicago) y Braid/The Firebird Band (Champaign). 

Formada originalmente por Mike Kinsella (guitarrista, bajista y cantante), su compañero de secundaria Steve Holmes (guitarrista) y Steve Lamos (baterista y trompetista) tras disolverse The One Up Downstairs (cuarteto entre Kinsella, Lamos David y Allen Johnson que grabó pero no llegó a lanzar un EP del mismo nombre) y Cap’n Jazz (Kinsella y su hermano Tim, junto a Sam Zurick, Victor Villarreal y Davey von Bohlen), American Football lanza a través de Polyvinyl Records American Football EP (1998) y American Football (1999), su primer LP.

Al año de publicado este primer disco de larga duración el grupo decide dedicarse exclusivamente a ser una banda de estudio y, poco después, disolverse (porque los miembros de la banda no vivían en la misma ciudad), dando lugar a proyectos solistas de sus miembros (como por ejemplo Owen, de Kinsella). A pesar de esta decisión, la banda continuó ganando notoriedad gracias a su LP debut ser aclamado por la crítica, reconociéndole una gran calidad en su mezcla de letras profundas y confesionarias con las rítmicas variables típicas del math rock y una sensibilidad y suavidad musical poco vistas en el género.

Seguida la reedición en 2014 de American Football en versión deluxe con 10 temas adicionales, la discográfica anunció una serie de shows en Champaign y Nueva York del trío original con la incorporación de Nate Kinsella, primo de Mike, en bajo.

El enorme éxito de esas presentaciones originales no sólo llevó a la banda a hacer gira mundial por los Estados Unidos, Canadá, España, el Reino Unido, Japón y Australia, sino a lanzar su segundo LP, también titulado American Football en 2016 y seguirlo por un tercer lanzamiento de American Football en 2019.

El disco

American Football fue grabado poco tiempo después del debut del EP del mismo título y lanzado el 14 de septiembre de 1999 a través de Polyvinyl Records. La banda usó un estudio de grabación privado en Urbana durante 4 días para grabar en una TASCAM 85 16B analógica los nueve tracks que comprenden al disco, producido en su totalidad por Brendan Gamble, responsable también de la producción del EP.

Con fuertes influencias de rock, emo, indie y math rock, el trío volcó sus gustos por The Cure, The Smiths, el hardcore, el punk y hasta el jazz en un proceso compositivo que se basaba en la interacción de las dos guitarras y su conexión a través de pies musicales, sobre la cual Kinsella improvisaba melodías vocales, declamando letras escritas a lo largo de los años en un diario privado.

Compuestas en tonalidades diferentes, cada una de las nueve canciones que comprenden American Football terminaron de escribirse durante el proceso de grabación, buscando engrosar su sonido duplicando y concentrando el trabajo de las guitarras por no tener un bajista dedicado al instrumento. 

El disco le confirió a la banda el estatus de banda de culto dentro del género y les valió favorables críticas de la prensa especializada, quien no tardó en declarar a American Football como uno de los discos de math rock y emo del Oeste central de los Estados Unidos más importante de la década de 1990.

Tras su lanzamiento cobró popularidad y una constante presencia en las radios universitarias; pero no fue sino hasta el lanzamiento de la edición deluxe en 2014 (y el anuncio de reunión de la banda) que American Football llegó al puesto 68 de los US Billboard Hot 200, 22 en los US Billboard Tastemaker Albums, 5 en los US Billboard Catalog Albums y 3 en los US Billboard Vinyl Albums,  y en un solo día saturó la página web de Polyvinyl Records.

No sólo el disco se ubicó en un lugar tan influyente, sino que la casa que aparece en la portada de sus dos primeros LPs (habitada al momento de publicación de American Football por «amigos de amigos» de Kinsella) se convirtió en un punto clave de la ciudad y un destino de peregrinación regular de los fans del género que año tras año se acercan a fotografiarla.

La banda que graba American Football incluye a Steve Holmes (guitarras, teclados y órgano Wurlitzer), Steve Lamos (batería, pandereta, shaker, trompeta y bajo –en un solo tema–) y Mike Kinsella (voces, guitarras, guitarra acústica y bajo –en sólo dos temas–). A su vez, la técnica incluyó a Brendan Gamble (técnico de grabación y productor), Chris Strong (fotografía) y Suraiya Nathani (diseño).

La música

No es secreto que la crítica «especializada» suele ser tendenciosa, y que esa tendencia no particularmente se inclina hacia el lado de la bondad. Buscan instalar una idea por insistencia u omisión y, sea por interés, incapacidad, inocencia o malicia, hacer que esa idea se arrastre y perdure a través de los años.

Una cosa que leí una y otra vez sobre American Football fue que era una «banda de culto». Y para mí, llamarla «de culto» es irrespetuoso, despojándola de capacidad y sapiencia para crear una obra musical digna de admiración y frescura que se sostenga por sus propias capacidades, y depositando sólo en «el fan» la condición de salvador que, gracias a su enceguecido tributo, le da entidad y valor al creador y su criatura. O dicho en criollo: «la banda es una bosta y si no fuera por un grupito de fans nadie la conocería». 

American Football no es una banda digna de culto inocuo, sino de respeto. Y American Football es la principal muestra.

El disco me resultó potente, distinto, resolutivo. Es nostálgico de una de las décadas musicales más desprestigiadas de la historia reciente. Gracias a estar ubicado casualmente al final, se nutre de lo mejor de esos diez años anteriores y presenta un conjunto de canciones que tiene todas las condiciones de defender la década, reivindicarla y traerla a nuevas generaciones, ejemplificando aquello valioso de revisitar.

No es sólo un disco math-rock, o indie (uso el término porque es el término que se usa, pero que alguien me explique qué es indie y qué no), o punk, o post-rock, o emo, o hardcore. Es todo eso, y es gracias a todo eso que es más.

La clara concepción instrumental de sus temas aleja a American Football de todas las influencias contemporáneas que podamos buscar (si, Honestly? podría ser un tema de Nirvana… ¿y?), o quizás la acerca a todas aquellas que nos pueden resultar más oscuras y localistas de una Chicago que durante esa década fue uno de los centros artísticos más originales de los Estados Unidos.

El uso de la voz y cómo Kinsella construye las líneas melódicas para acompañar sus letras a veces elaboradas y narrativas (como en Never Meant, The Summer Ends o I’ll See You When We’re Both Not So Emotional), otras repetitivas (como en Stay Home, el tema más extenso del disco), es uno de tantos recursos distintivos del disco y merece análisis y reconocimiento. 

La voz es tratada como un instrumento más en la construcción de cada tema, a pesar de ser el que quede relegado al fondo de la mezcla: a veces potente, a veces íntima (The Summer Ends); a veces única, a veces acompañada por sí misma (Honestly?, Stay Home); a veces notablemente Kinsella, a veces ineludiblemente reminiscente a otros artistas (en But the Regrets Are Killing Me no puedo evitar pensar en Chris Squire en su Fish Out of Water o en nuestro propio Luis Alberto Spinetta).

Pero no es sólo la voz la que edifica magistralmente cada track. El uso amplio y perfectamente organizado de ambas guitarras como el hilo conductor de cada tema pueden inicialmente dar la impresión de que la repetitividad tanto rítmica como sonora puede ser cansina; pero sin embargo Holmes y Kinsella se demuestran hábiles en construir bloque a bloque cada sección temática y, gracias a la sutileza majestuosa de Lemos en batería y percusión variada, dar movilidad y sorpresa a un conjunto de canciones que no le debe nada al post-rock de tantos reconocidos del género (que sólo cumplieron en traducir el minimalismo de las vanguardias americanas de la década de 1960 a un mismo lenguaje con otro sonido), sino que construye sobre él y se muestra como algo fresco, único y novedoso. I’ll See You When We’re Both Not So Emotional y Stay Home son, quizás, la quintaesencia de esta maestría del trío, siendo el primero no sólo el tema más ricamente elaborado (y uno de los pocos que incorpora bajo eléctrico) sino también aquel donde las influencias jazzísticas son más notablemente evidentes (sobre todo en el uso estructural de las intervenciones vocales); y el segundo, además de ser el tema más extenso del disco, el que más se anima a codearse con quienes le valieron la comparativa al género post-rock como Ef, Godspeed You! Black Emperor, Tortoise o Gastr de Sol (¿y acaso ese principio no recuerda a The Cinema Show de Genesis?), demostrándose así mismo ampliamente distinto a ellos.

Por si no fuera poco y nos quedaran dudas de la concepción instrumental de American Football, la banda incluye los hermosos You Know I Should Be Leaving Soon y The One With the Wurlitzer, un cierre perfecto.

American Football demuestra que la banda no es digna de un culto desinformado, o es en sí indigna de cualquier culto en la forma en la que se usa el término. Es un disco hábil, rotundo, variable, influenciado e influenciable, de construcción pensada y minuciosa; es coda perfecta de una década ampliamente atacada que sólo validaba a quienes fueran parte de la movida grunge o punk. Es sutil, experimental (el uso de la trompeta en The Summer Ends y For Sure –además de en el tema de cierre– un notable ejemplo), juvenil. Es el perfecto ejemplo de un disco hecho sin pretensiones personales, con capacidad colaborativa, enfoque y una clara y relajada intención de descubrirse. 

Cada canción es meticulosamente construida sin tergiversar la sencillez etérea y ensoñadora del disco, que como grupo de canciones ayuda a transmitir un atisbo de lo que es posible hacer, y se presenta no sólo como una anomalía híbrida de emo-jazz-punk-post-rock en la discografía universal, sino como un ícono de la música independiente.

Y ser ícono es, para mí, mucho mejor que ser de culto.